miércoles, 30 de mayo de 2007

Panadero


Amasan tus manos
el alimento de un pueblo
y con el sudor de tu frente
alimentaste una familia.

Con el aroma de tu trabajo
despierta la mañana
y la alegría de mi vida.

Pan,
bizcocho,
donas,
azúcar,
harina,
café...

Día tras día,
el olor a pan recién horneado
invade el hogar de los vecinos
anunciando la mañana.

Pan sobao,
pan de agua,
pan de azúcar...

Me alimentaste con tu sudor
y alimentaste mi familia,
y, mientras tus manos
siguen amasando el pan,
mi vida continua a tu sombra.

Caminé por las calles de mi barrio,
oloroso a pan,
sin nombre, sin rostro, sin cuerpo.

Simplemente...
soy la hija del panadero
que alimentó generaciones
en el pueblo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Por alguna razón este texto me estimula el hambre. Ser hija de un panadero debe ser algo extremadamente delicioso, sabes lo que es tener antojos de bizcochos, panes, dulces y toditos te salen gratuitos? qué manjar! yo me imagino que tu no salías de allí.

Mare dijo...

Jejeje...asi es, todo de gratis a la hora que quisiera. Eramos la envidia del barrio...

Vivo en el segundo piso, donde fue la panaderia. Hace más de 15 años que cerró (1990-91 +ó-).

Lo mejor que hacía papi era lo que nosotros llamamos "quesillo": un pan de masa de dona con queso crema y azucar por dentro, horneado y con un glaseado por encima. Eso era una maravilla... con un vaso de 32 oz de leche bien fria no tenia precio!!!

La foto son las manos de papi; la tomé el año pasado mas o menos para septiembre.

Laura Aponte dijo...

Que hermoso, en verdad. Te felicito!

Lucila dijo...

Mare que bella!!!!! Se me salieron las lagrimas!!!

Andrea dijo...

Mare, me encantó tu poesía y lo mucho que valoras el sacrificio de tu padre (¿es ese bello señor de anteojos que te acompaña en la foto?). Tu padre debe haberse pasado madrugadas enteras trabajando duro junto al horno para alimentar a su familia y poner el pan en la mesa a una comunidad. Y por años debe haber garantizado el bienestar de sus seres queridos con cada gota de sudor que le caía de la frente, mientras tú y tu familia dormían plácidamente aprovechando el confort que él les daba. Me emocionó tu relato sobre su trabajo, su amor y su sacrificio, y la foto de sus fuertes manos amasando el pan. Ojalá dediques una página a tu padre, así podemos conocer a ese maravilloso hombre. Que Dios lo bendiga.